El via crucis

Las estaciones del Vía Crucis suelen ser observadas durante la Cuaresma, especialmente los viernes de Cuaresma y, lo que es más importante, el Viernes Santo. Es una de las devociones más populares entre los católicos romanos.

La devoción consiste en meditar sobre 14 acontecimientos que forman las 14 estaciones de la cruz. El propósito de esta devoción es enfocarse en la Pasión de Jesucristo. Aquí está la versión larga del «Vía Crucis» o «Vía Crucis» con meditaciones y oraciones.

1ª Estación: Jesús sentenciado a muerte

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Sentenciado y no por un tribunal, sino por todos. Condenado por los mismos que le habían aclamado poco antes. Y El calla… Nosotros huímos de ser reprochados. Y saltamos inmediatamente…

Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el Silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo merezco. ¡Ayúdame! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

2ª Estación: Jesús cargado con la cruz

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Que yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces de cada día, de mis achaques, de mis dolencias, de mi soledad.

Dame convertir en ofrenda amorosa, en reparación por mi vida y en apostolado por mis hermanos, mi cruz de cada día. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

3ª Estación: Jesús cae, por primera vez, bajo el paso de la cruz

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Tú caes, Señor, para redimirme. Para ayudarme a levantarme en mis caídas diarias, cuando después de haberme propuesto ser fiel, vuelvo a reincidir en mis defectos cotidianos. ¡Ayúdame a levantarme siempre y a seguir mi camino hacia Ti! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

4ª Estación: Encuentro con la Virgen

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Haz Señor, que me encuentre al lado de tu Madre en todos los momentos de mi vida.

Con ella, apoyándome en su cariño maternal, tengo la seguridad de llegar a Ti en el último día de mi existencia. ¡Ayúdame Madre! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

5ª Estación: el Cirineo ayuda al Señor a llevar la Cruz

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo concreto, para realizarnos de una manera particular.

¿Cuál es la mía y cómo la llevo a cabo? Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos: la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos. ¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Cirineo? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

6ª Estación: la Verónica enjuga el rostro de Jesús

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Es la mujer valiente, decidida, que se acerca a Ti cuando todos te abandonan. Yo, Señor, te abandono cuando me dejo llevar por el «qúe dirán», del respeto humano, cuando no me atrevo a defender al prójimo ausente, cuando no me atrevo a replicar una broma que ridiculiza a los que tratan de acercarse a Ti.

Y en tantas otras ocasiones. Ayúdame a no dejarme llevar por el respeto humano, por el «qué dirán». Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

7ª Estación: Segunda caída en el camino de la Cruz

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Caes, Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el Calvario. Tal vez fueran más.

Caes delante de todos… ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mál ante los demás, por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé que también eso se puede convertir en ofrenda? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

8ª Estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Muchas veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de mis pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de orgullo, de amor propio mal entendido, de egoismo, de envidia.

Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres. Dame profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

9ª Estación: Jesús cae por tercera vez

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Tercera caída. Más cerca de la Cruz. Más agotado, más falto de fuerzas. Caes desfallecido, Señor.

Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz. Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi desfallecimiento sea beneficioso para otros, porque te lo doy a Ti para ellos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

10ª Estación: Jesús despojado de sus vestiduras

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Arrancan tus vestiduras, adheridas a Ti por la sangre de tus heridas. A infinita distancia de tu dolor, yo he sentido, a veces, cómo algo se arrancaba dolorosamente de mí por la pérdida de mis seres queridos.

Que yo sepa ofrecerte el recuerdo de las separaciones que me desgarraron, uniéndome a tu pasión y esforzándome en consolar a los que sufren, huyendo de mi propio egoismo. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

11ª Estación: Jesús es clavado en la Cruz

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Señor, que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a mis hermanos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me esfuerce en ofrecértelas también por ellos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

12ª Estación: Jesús muere en la Cruz

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Te adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Salvarme. Te adoro y beso tus llagas, las heridas de los clavos, la lanzada del costado… ¡Gracias, Señor, gracias! Has muerto por salvarme, por salvarnos.

Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación, ayudado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la salvación de mis hermanos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

13ª Estación: Jesús en brazos de su madre

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo. Déjame estar a tu lado, Madre, especialmente en estos momen

El via crucis completo

El camino de la cruz (el camino de la abnegación), es el camino de la vida, porque «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame». Lucas 9:23. Cada paso que doy en el seguimiento de Jesús, cada paso en el camino de la vida, es un paso de negarme (decir «no») a mí mismo, a mi propia voluntad. Por cada nuevo paso que quiero dar en los pasos de Jesús, debo crucificar la voluntad propia que hay en mí y que se opondría a ello.

Mi propia voluntad debe, por necesidad, ser negada; tiene que morir la muerte de la cruz si se quiere hacer la voluntad de Dios. No hay un camino intermedio! Es una cosa o la otra: ¡o la voluntad de Dios o la mía! Así que en vez de escribirlo, «Sería preferible que lo hiciera» o «Sería mejor si…»; dice, «debe negarse a sí mismo». Debemos ir por el camino de la cruz si queremos hacer algún progreso, porque este es el camino de la vida.

La fuente y el fundamento de todo esto es que Cristo tomó su cruz, la llevó y fue clavado en ella. Si queremos seguirlo de la misma manera y llegar a ser como Él, también nosotros debemos llevar nuestra cruz y ser clavados en ella – ¡por la fe! «Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea eliminado, para que no seamos más esclavos del pecado.» Romanos 6:6. La palabra de fe dice que nuestro viejo hombre fue crucificado con él.

Si nos aferramos a esto por fe, también, en verdad, obrará una crucifixión en nosotros. Si no lo hacemos, entonces no hace falta decir que es imposible hacer ningún progreso en la forma de vida.
Tu «viejo» es tu modo de pensar antes de la conversión. Es un estado de permitir que tus lujurias y deseos gobiernen en tu vida; no has tomado una decisión consciente de resistirte a cometer pecado. El nuevo hombre es su forma de pensar después de….
no puede hacer la voluntad de Dios. El viejo hombre tiene que ser crucificado, o ahogado, si se quiere hacer la voluntad de Dios. (Romanos 6:4; Colosenses 2:12) La gente dice, ya sea por ignorancia o por incredulidad, que «el viejo Adán» puede nadar. Se trata de un malentendido fundamental. No sabe nadar, se hunde como una piedra! Sólo parece nadar mientras tenga los pies en el fondo (¡no ha sido crucificado por la fe!).

Desarrollo – nueva luz
Al creer en Romanos 6:6, dejamos de servir al pecado; es decir, de cometer pecado consciente, de hacer las obras de la carne. Sin embargo, el pecado inconsciente, las obras del cuerpo (Romanos 8:13), continúan manifestándose en aquellas áreas donde no tenemos luz. «He sido crucificado con Cristo; ya no soy yo quien vive…» Gálatas 2:20. Esto habla de una vida victoriosa e incluye todo pecado consciente.

«Y los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.» Gálatas 5:24. Esto incluye todas las concupiscencias y deseos conscientes, para que no actuemos en contra de lo que sabemos que es correcto.

«Pero Dios no quiera que me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo.» Gálatas 6:14. Estas palabras describen de nuevo la crucifixión del mundo y del «yo» – por lo que sabemos y en la medida en que tenemos luz.

No podemos crucificar a un hombre antes de encontrarlo. Tampoco podemos considerarnos crucificados por algo que no consideramos pecado. Así que es importante que permanezcamos cerca de Dios para que podamos recibir continuamente nueva luz sobre nuestra propia vida, para que algo más pueda ser crucificado. Todo esto es por fe. Por la fe se hace realidad en nuestra vida, de lo contrario, sigue siendo una teoría. Si nosotros, en realidad, somos crucificados con Cristo por la fe, también avanzaremos en el camino de la vida. Y esto es precisamente a lo que hemos sido llamados a hacer.

Que este sea nuestro lema (concerniente a toda nuestra vida propia): ¡En la cruz con él!

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