Salmos 144

Bendito sea el Señor, mi roca,
quien adiestra mis manos para la guerra,
mis dedos para la batalla;
mi amparo, mi baluarte y mi libertador;
mi escudo, en quien me refugio;
él somete a mi pueblo a mis pies.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él,
el ser humano para que lo valores?
Es como un soplo de aire,
sus días, como sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende;
toca los montes para que echen humo.
Relampaguea tus rayos y disipa a mis enemigos;
envía tus flechas y ponlos en fuga.

Extiende tu mano desde lo alto,
sálvame y líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de extranjeros,
cuya boca habla falsedad,
y cuya diestra es diestra de engaño.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo;
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas,
para el que da la victoria a los reyes,
y salva a su siervo David
de la espada malvada.

Sálvame y líbrame de la mano de extranjeros,
cuya boca habla falsedad,
y cuya diestra es diestra de engaño.
Nuestras hijas sean como columnas
esculpidas para adornar un palacio.

Nuestros graneros estén llenos,
rebosantes de toda clase de provisiones;
nuestros rebaños se multipliquen,
y nuestras vacas den a luz sin cesar.

Que no haya quejas en nuestras calles,
ni llantos en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que así lo tiene;
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

¿Cuál es el contenido del Salmo 144?

El Salmo 144 es uno de los salmos más hermosos y emotivos de la Biblia. Sus versos están llenos de alabanza y gratitud a Dios, así como de súplicas y peticiones de ayuda y protección. En este artículo, exploraremos el contenido de este salmo tan especial.

El Salmo 144: una oración de alabanza y protección

El Salmo 144 comienza con un himno de alabanza a Dios, en el que el salmista reconoce la grandeza y la bondad divinas:

Bendito sea el Señor, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra; mi amor, mi fortaleza, mi baluarte, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio…

El salmista se dirige a Dios como su protector y su defensor, y le agradece por su ayuda y su amor. Sin embargo, también reconoce su propia debilidad y su necesidad de la ayuda divina:

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él, el ser humano para que lo valores? El hombre es como un soplo; sus días son como una sombra que pasa.

En los versos siguientes, el salmista pide a Dios que lo proteja de sus enemigos y lo salve de la muerte:

Líbrame y sálvame de las manos de los extranjeros, cuya boca habla mentira y cuya diestra es diestra de falsedad. Que nuestros hijos crezcan como plantas jóvenes, bien formados desde su juventud; que nuestras hijas sean como columnas labradas para adornar un palacio.

El salmista confía en que Dios lo escuchará y lo protegerá, y termina el salmo con una última alabanza a su creador:

Bendito sea el Señor para siempre. Amén y amén.

Conclusión

El Salmo 144 es una hermosa oración de alabanza y protección que nos recuerda la grandeza y la bondad de Dios. En él, el salmista pide ayuda y protección divina, pero también reconoce su propia debilidad y su necesidad de la ayuda de Dios. Este salmo es una inspiración para todos aquellos que buscan la protección divina en momentos de dificultad y peligro.

Como modelo de alabanza y acción de gracias al Señor, el Salmo 144 se enfoca en la protección, la bendición y la victoria que Dios otorga a su pueblo.

Los versículos más destacados del Salmo 144 son:

  • – «Bendito sea el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra» (v. 1).
  • – «Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él, el ser humano para que lo valores?» (v. 3).
  • – «Inclina, oh Dios, tu cielo y desciende; toca los montes, y echarán humo. Despliega los relámpagos y disípalos; lanza tus flechas y desconcierta a mis perseguidores» (vv. 5-6).
  • – «Te cantaré un cántico nuevo, oh Dios; con el arpa de diez cuerdas te cantaré salmos» (v. 9).
  • – «Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como columnas talladas para adorno del palacio» (v. 12).
  • – «Bienaventurado el pueblo que así lo tiene; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor» (v. 15).

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